Un País Enfermo y Sin Memoria

Tener salud en Colombia es un mezquino privilegio. Cada vez se hace más evidente la precariedad del sistema de salud en nuestro país, pues son muchos los colombianos que fallecen porque no tienen el acceso a los médicos, las medicinas, los exámenes y los procedimientos que podrían salvarlos y no porque sus enfermedades sean incurables, sino porque contra el principio de que la salud es un derecho de todos y un deber del Estado, se impuso el criterio de que ella es un bien que ha de comprarse en el mercado. De esta forma nos muestran como consumidores individuales de servicios de salud, en el cual se ha vendido la idea de que tengo derecho si pago o de otra manera merezco una limosna de parte del estado si demuestro que no tengo con qué pagar.Ahora vienen con el cuento de la cobertura del régimen subsidiado a través del llamado SISBEN en el cual se evidencia la degradación de lo público, la atención con exclusiones y sin calidad; es imposible no percibir la indiferencia y falta de ética de los médicos asociados a este sistema, a los cuales se les debe convencer que sufrimos de alguna enfermedad, y si tenemos la fortuna de que nos atiendan, anestesian nuestro dolor con tabletas que en ningún momento son tratamiento para las enfermedades. Lo anterior nos muestra una de las formas más crueles de violencia que los poderosos de siempre (léase oligarquía) ejecutan contra la gran mayoría de colombianos que no contamos con los recursos para tener una buena salud integral, imponiéndonos de esta manera una muerte lenta, una vida indigna y llena de dolor y sufrimiento. Solo se debe echar un vistazo a la prensa y mirar la cantidad de gente que se muere a la entrada de los hospitales, la cantidad de niños que están muriendo de desnutrición y de inanición y la cantidad de enfermedades prevenibles que azota al pueblo colombiano.La tragedia del sistema de salud en Colombia se agudiza cuando el narcopresidente Álvaro Uribe, parasenador en 1993, fue ponente de la ley 100, en la cual se dispuso a través de esta norma entregarle la salud, pensiones y riesgos profesionales al capital privado y convertir estos derechos fundamentales en negocios. Con esta ley se definió el desvanecimiento de la red pública hospitalaria, reducida al mínimo para facilitar otros negocios con la salud. Un ejemplo cercano de las consecuencias de esta ley es la liquidación y posterior privatización del seguro social que en 1993 obligó al Instituto a competir con empresas privadas, en condiciones de inferioridad, pues arrancó con pasivos pensiónales y laborales y una desventaja tecnológica que no afectaba a las entidades privadas que vemos cómo hoy se convierten en monopolios y únicos dueños de la salud y de los riesgos profesionales en Colombia. Un ejemplo moribundo de este desastre es el histórico Hospital San Juan De Dios el cual tristemente se ha convertido en el cagadero de la carrera decima.El llamado es a la sensibilización y a la concienciación sobre esta problemática y a recoger una bandera de lucha que al parecer los estudiantes hemos dejado en el baúl de los recuerdos. Recordemos que las peores enfermedades que nos pueden infectar son la desesperanza, la indiferencia y el olvido. Es hora de subvertir la realidad, empecemos ya.


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