Si somos un problema...el gobierno sin duda responderá con muerte. Los hipopotamos familiares de Pepe si hablaran, contarían la historia. Por ser diferentes nos matan, por ser pobres nos matan, por ser rebeldes nos persiguen para matarnos.Esa es la propuesta que nos hace el actual gobierno, muerte, muerte y muerte. Si no somos productivos en algún "proyecto empresarial" de Tom y Jerry (Tomás y Jerónimo), o si no somos colombianos de bien que apoyamos el paramilitarismo terrateniente uribista simplemente no existimos y si existimos para el gobierno, sólo será para engrosar las filas de los falsos positivos, de los desempleados, de los marginados de este país.

Si usted tiene hambre, hijos, no tiene quién lo cuide y sólo quiere vivir tranquilo en el campo pero el gobierno por eso lo persigue, esta puede ser su historia, la de miles de campesinos e indigenas...o la de algún otro animal no humano como Pepe.


Kolektivo S.U.R
Resistir es existir


La colombianísima muerte de 'Pepe', otra verguenza patria
por Daniel Samper Pizano

La muerte de 'Pepe', el hipopótamo cimarrón que huyó de la hacienda de Pablo Escobar, que chapoteó alegremente por los caños del Magdalena y que fue abatido por una brigada del Ejército, encarna una solución típicamente colombiana.
Hablamos de una víctima más del tenebroso capo, fascinante animal amenazado de extinción, que dio ejemplo prolongado de libertad en un ambiente ajeno y hostil. Su búsqueda de un entorno que le permitiera sobrevivir es una hermosa fábula sobre el esfuerzo de la naturaleza por resistir las estupideces y crueldades del hombre.
'Pepe' formaba parte de una manada de su especie que a partir de 1970 habitó en Puerto Triunfo. Llegaron a ser once miembros, pues tuvo varias crías antioqueñas. El Estado expropió la hacienda, pero, muy colombianamente, la abandonó apenas pasó a ser propiedad pública. Por falta de comida y cuidado, 'Pepe' y otros hipopótamos acabaron huyendo. Reconozco que toparse un hipopótamo en un paseo de playón y pollo asado debe ser una experiencia inquietante. Pero no se caracteriza este animal por su agresividad, salvo que alguien intente quitarle su hembra en época de celo, que no ha sido el caso de Pepe en su sosegado trasegar por nuestros pantanos. Dado su peso, es lógico que haya dejado algunas víctimas menores, ninguna de ellas humana; pero es falso que comiera terneros, como dicen algunas autoridades, pues sucede que el hipopótamo es herbívoro. Ni siquiera los del infame Escobar se alimentaban de carne.
La manifiesta incapacidad de las autoridades para evitar que escapara solo es igual a su ineficiencia para capturarlo y buscarle un hogar. Dizque trataron y no pudieron. Mientras tanto, 'Pepe' y su familia eran tema de películas y reportajes. Pese a ser bestias exóticas, nos consolaban de la desaparición de caimanes, babillas, tigres y otros animales de selva y río que se extinguieron con argumentos parecidos a los que significaron la sentencia de muerte de 'Pepe'.
Como los burócratas no le hallaron zoológico y los interesados en acabar con él exageraban su peligro (les faltó decir que asaltaba nidos en los árboles), optaron por una solución esencialmente nacional: acabarlo a balazos. De no menos típica manera, su muerte fue acordada, decretos e incisos en manos, por pomposos funcionarios nacionales y locales, entre ellos -parece mentira- el Ministro de Ambiente. Como corresponde, la atroz cacería se ocultó a la opinión pública y solo se supo un mes más tarde, cuando la destapó la prensa.
La foto de los militares sonrientes en torno al cadáver sonrosado de Pepe pasará a la iconografía de las vergüenzas patrias. Decían que se había vuelto "un peligro para la comunidad", pero los campesinos aseguran que le tenían cariño y se habían acostumbrado a su presencia. El verdadero peligro para la comunidad son las autoridades que solo encuentra soluciones en el fusil. El inepto Ministro de Ambiente debería renunciar y ofrecer disculpas por este espectáculo que confirma cuantos esquemas recorren el mundo sobre la violenta condición de los colombianos.
ESQUIRLAS. Parece increíble que el creador de la Directiva Ministerial 019 de 2005, base de decenas de ejecuciones extrajudiciales, reciba como recompensa la candidatura a Fiscal General de la Nación. El ex ministro de Defensa Camilo Ospina es responsable del penoso invento que rebajó la vida humana al nivel de vara de ferias, escalafón donde se paga idéntica prima por matar a un antisocial que por detenerlo y se otorgan premios gordos por jefes dados de baja y secos por lugartenientes de segundo nivel. Suena a pesadilla que el autor de la estrategia que más descrédito ha traído al Ejército en los últimos años reaparezca casi convertido en el funcionario a quien la ley encarga investigar los delitos y acusar a los infractores. No tenemos Procurador; y pronto, Fiscal tampoco.

La ReVoLuCióN eS uNa FieStA